La vida libertina del futuro duque de Rutland finaliza tras batirse en un duelo de honor con un marido engañado. Avergonzado por las secuelas de dicho desafío, decide abandonar Londres y marcharse a Haddon Hall, el apacible lugar donde creció, albergando la esperanza de encontrar la paz que tanto le urge obtener; sin embargo, la llegada de una noticia inesperada altera esa supuesta calma y provoca que el duque se emborrache. Pese a los consejos de sus allegados, decide montar a caballo y galopar por sus dominios. Cuando abre los ojos tras una desafortunada caída, descubre que una mujer lo ha estado cuidando en algún lugar apartado y escondido de sus tierras. Su nombre, Beatrice, y su único deseo, vivir en soledad el resto de su vida.
Roger Bennett, el futuro marqués de Riderland, se define a sí mismo como un caballero dispuesto a ayudar a las pobres infelices carentes de placeres sexuales. Le gusta tanto su vida que desea continuar así hasta el final de sus días. Sin embargo, una persona truncará esa vida de libertinaje que tanto ansía mantener.
Resignado por tener que vivir con una esposa a la que no conoce ni ama, decide enfrentarse con entereza a su futuro. Aunque cuando sus azulados ojos se clavan en Evelyn, descubre que todo aquello que deseó se ha evaporado. Pero el amor hay que trabajarlo y para un hombre al que le ha sido fácil romper corazones, le resultará increíble ver cómo el suyo se hace añicos como el cristal.
